Un desgarre vaginal es una laceración del perineo (el área entre la vagina y el recto) que ocurre cuando se puja al bebé. Los desgarres son espontáneas, lo que significa que no se hace ningún corte. Durante el parto, la vagina tiene que estirarse lo suficiente para permitir que un bebé, cuya cabeza es del tamaño de un melón, pase. Con preparación de antemano (masaje perianal durante la gestación y el parto), y respirando en lugar de pujar, la vagina puede estirarse lo suficiente sin desgarrarse.
Desafortunadamente, las probabilidades de tener un desgarre vaginal pueden ser bastante altas. Las primerizas tienen hasta un 95 por ciento de probabilidades de experimentar algún tipo de desgarre, ya que el tejido es menos flexible.
Otros factores también contribuyen a su probabilidad de laceraciones, como tener sobrepeso o tener un parto rápido, ya que el tejido tiene menos tiempo para adaptarse y estirarse a medida que el bebé desciende. La posición del bebé puede ser otro factor; por ejemplo, los bebés boca arriba ejercen una presión adicional en la parte inferior de la vagina. Tener un parto asistido por ventosa o con fórceps o un trabajo de parto especialmente largo que resulta en una hinchazón vaginal severa también aumenta su probabilidad de desgarre.
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